Y esta vez estabas ahí, enfrente de mi. No eras otra, parecida a ti, que tenia un pelo parecido al tuyo pero que no se movía igual, que tenia un cuerpo similar pero que no me incitaba a abrazarlo. No eras otra mas de mis alucinaciones de ensueño.
Eras tu.
Me reconocías y te reconocía, y entonces nos dábamos cuenta de que el tiempo no había pasado para los dos. Éramos los mismos, con los mismos rostros y hasta con la misma mirada. Y por un momento fui feliz, dentro de ese sueño, dentro de ese tiempo finito e incalculable, si es que existe el tiempo en los sueños, claro. Fui feliz al verte otra vez y decirte sin palabras cuanto te he echado de menos, que te extraño a pesar de todo y a falta de todo lo que me quedaste a deber.
No se por que estábamos en ese restaurante, es mas, creo que nunca fuimos juntos a uno de esa cadena. Pero ahí te encontré, para probar de nuevo tu dulzura y después de cruzar unas palabras, caer otra vez en la amargura de tus confusiones y ambigüedades. Y de pronto desperté con el estomago inmerso en el vacío del desconsuelo, y conté un día mas en el que amanezco pensando en ti por la mañana.
Y también, como en cada una de esas mañanas, me pregunte si tu algún día, en algún momento, piensas en mi como yo en ti.
-st.JC!
ahh me encanto... Leto
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